paseando por la ciudad

Intentaba distraerse un poco al ver las noticias pero toda su atención estaba puesta en el menor. Cuando el menor se quedó tan pensativo se preocupó bastante. No sabía muy bien como actuar ya que lo de consolar ni animar. En un impulso recostó al menor más sobre él abrazandole y acercó sus labios a los de este dándole un beso ligero en los labios.
-Oye ¿pasa algo?¿Estás bien?-en su voz se notó preocupación aunque había intentado sonar normal

Ante el acto del menor no pudo reprimir más sus instintos y correspondió al beso con intensidad. Degustó su boca con avidez y deseo. Sintió como la excitación incrementaba. En un hábil movimiento se situó encima del menor y sus manos se deslizaron por debajo de la camisa de este acariciando su estómago.

Una sensación de deseo y bienestar recorrió su cuerpo y todos sus dilemas morales quedaron solventados. Al verse correspondido continuó devorando la boca del menor de forma apasionada mientras sus manos subían por el estómago el menor e ibban levantando la camisa poco a poco hasta llevar hasta su pecho, que acarició con suvidad. Se tumbó un poco más sobre Eri y frotó su pelvis lentamente con la del menor

Le encantaba sentir las manos del menor sobre su cuerpo y le incitaba a seguir hasta el final. Se separó un poco para que cogieran aire ya que el beso había sido intenso y largo. Dió besos castos en el rostro del menor mientras sus manos le acaricianban el pecho. Su pelvis seguía presionando y restregandose contra la del menor.

Su excitación crecía por momentos y más al escuchar su nombre en los labios del menor. Los restregamientos contra el Eri y la respuesta de este habían producido que su mienbro se encontrase muy duro. Sus manos se deslizaron por el torso del menor hasta su cintura y con algo de urgencia le quitó los pantaloncitos. Dejó de besarle y le acercó a la boca sus dedos
-Lamelos-ordenó con un voz muy sensual mientras su otra mano empezaba a acariciar con delicadeza el mienbro del menor.

Tenía la necesidad de poseer al menor cuanto antes pero sabía que debía prepararle para que no sintiera dolor cuando introdujera su mienbro en él. Cuando sus dedos estuvieron bien ensalivados les apartó de la boca del menor y con rápidez introdujo uno dentro de su entradita. Movía su dedo dentro del menor hacienodo circulos, esperando que este se acostumbrase a aquella invasión. Mientras tanto con su otra mano le masturbaba de forma lenta.

Al ver que el menor reaccionaba de manera positiva metió un segundó dedo. Movía sus dos dígitos dentro del menor de forma circular. Cuando creyó que el menor estaba preparado sacó sus dedos y con lentitud comenzó a metri sus hombría dentro de Eri. Un sonido de satisfación se escapó de sus labios al ir penetrando al menor.

Cuando su mienbro estaba dentro por completo del menor se quedó quieto esperando a que se acostumbrase a la invasión. acercó sus labios a los de Eri y dulcemente le besó mientras sus manos acaricaban el mienbro del menor de forma mimosa e intensa.

Correspondió con pasión el beso que se estaba convirtiendo en lujurioso y apasionado. al notar que el menor se movía empezó a moverse lentamente para ir aumentando el ritmo de las penetraciones poco a poco mientras sus manos aumentaban también el ritmo de la masturbación. Estar dentro del menor le producía un intenso placer, le hacía sentirse en la gloria.

Sus manos seguían dando mimos al mienbro del menor con decicación y esmero. Quería que Eri sintiese el dulce placer que él estaba sintiendo. La cálidez y placer que sentía al penetrarle hacía que Hayato jadeara de placer. Y más al sentir la suave caricia del menor en su pecho.
-umm... Eri... que rico estás. Es .. un .. gusto.... penetrarte-dijo entre gemidos para luego besar dulcemente sus mejillas con besos castos.

Correspondió con pasión al beso que el menor le brindaba. le encantaba que el joven le tocase. Separó una de sus manos del mienbro del menor mientras la otra continuaba su labor, tocando con esmero. Deslizó sus mano libre por una de las piernas de Eri acariciandole de foma suave. Sus penetraciones eran rápidas y fuertes.

Cuando tubo libre su boca la acercó al cuello del menor y comenzó a darle besos y mordidas. El cuerpo del menor le extasiaba. Sentía como el plecer le desbordaba y que él también estaba a punto de llegar a su límite. Con unas cuantas embestidas más derramó su semilla con abundandicia dentro de Eri. Al llegar al orgasmo gimió el nombre del menor para luego apoderarse de los labios de este en un beso ansioso.