por la ciudad

-Me gusta que cada uno de mis sirvientes se vea en su máximo explendor, me gusta disfrutar de la belleza.-dijo como respuesta a lo objetado por el menor. Al salir Hirako del probador sus ojos se clavaron en él y su corazón palpitó con fuerza. No creyó haber visto nunca algo más hermoso que le joven que tenía en frente.Por un momento permaneció embelesado hasta que un suspiro de la joven que tenía al lado le hizo reaccionar. -si con este está mejor. El azul es tu color. Realza tus encantos.Hirako acto el favor de venir hasta donde estoy-

- Tu crees? - Inquirio el menor, coloreandosele las mejillas de un suave tono rosa mientras daba otro giro para el. No le pasó desapercibida la manera en que el otro se le había quedado viendo y eso le alegraba y a la vez, realzaba su coqueteria y encantos. Confiado se le acerco como el otro quería y le sonrió de manera inocente pero coqueta. - Que sucede? - Quizo saber, mirándole con curiosidad.

- Es que quería verte más de cerca pero no me apetecía levantarme-dijo para estirar su brazo y sentar al menor encima suyo. Le cogió de la mano y se la levantó para verle las uñas.
-Mira-dijo mostrandole las suyas, largas, cuidadas, de aspecto muy pulcro y pintadas con colores hermosos y brillantes.

La tendera se levantó del suelo donde estaba sentada al ver los actos del mayor y dijo: les dejo privacidad para que decidan que ropa se llevan-dijo para salir de la sala donde estaban.

Hirako rodó los ojos. - Es necesario que seas tan... Así? - Quizo saber cuándo, maleandole a su voluntad, le hizo acercarse y luego le hizo sentar en sus piernas, cosa a la que no se pudo resistir. Suspiro y observó sus manos cuando el mayor las tomó, comparandolas con las suyas; a pesar de tener aspecto delicado, las del mayor se veían mucho mejor cuidadas. Levantó la mirada para verle, ignorando a la tendera que se iba, feliz de tener la atención del mayor sólo para si. - Acaso quieres que me pinte las uñas igual que tu? - Quizo saber. No le molestaba, pero le sería un poco complicado cambiarlas siempre para que combinaran con sus ropas.

-¿como?¿caprichoso?¿mimado?¿malcriado?Me gusta ser así-dijo sonriendo al menor y con sus dedos acarició las manos de Hirako. No le dió la más mínima importancia a que la tendera dejase la estancia.-solo si a tí te gusta llevarlas así-dijo refiriendose a las uñas

Ludwig le sonrió y le dió un casto beso en la mejilla. Además le acarició suavemente el cuerpo por encima del kimono para luego quitarle de encima suya.
-te compraré todo lo quieras.Si me gustaría ver como te queda y si quieres puedo ayudarte en el cambiardor-dijo un poco pícaro

Hirako se sonrojo de manera leve al sentir el beso en la mejilla y sus caricias. Era suave, no lo podía negar. Y la verdad era que no se sentía tan mal. Sin embargo, cuando dijo lo del probador, volvieron a colorearsele furiosamente. - P-puedo solo... - Le aseguró, sonrojado - Pdro gracias de todas formas - Murmuro, intentando no ser descortes mientras se metía al probador, llevandose una mano al pecho sin entender porque el corazón le latía tan rápido.

A Ludwig le encantó ver el sonrojo en el rostro de hirako y sonrió ante ello.Sentía algo estraño al estar con el menor, algo que nunca antes había sentido. No podía identificar muy bien que era pues era diferente a la atracción física que solía sentir por sus compañeros sexuales.
-Llamame si necesitas ayuda y entraré de inmediato-dijo bromeando y esperando a que terminase de probarse el kimono

En el interior del probador, Hirako hizo un mohín, más nada dijo. A veces le apenaban de sobremanera los comentarios ajenos. Empezó a ponerse el kimono pero pronto se vio en dificultades al descubrir que el kimono era de esos que dejaban los hombros descubiertos. Al principio pensó en dejarlo, pero era tan bonito que quería usarlo. Pero no podía sostener las mangas y ajustarse el obi a la vez así que, para su vergüenza, tuvo que pedirle ayuda al castaño. - Ludwig... - Le llamó desde adentro con las mejillas coloradas - Podrías ayudarme con el kimono? - Pidió, un tanto cohibido.[/color]

Ante el llamado de Hirako se levantó del diván y se dirigió hacia el probador. entró en probador con cuidado y al ver al joven a medio vestir un sentimiento de deseo recorrió su cuerpo. En un instinto acercó su rostro al del menos y le besó los labios luego se separó con premura.
-¿en que puedo servirte linda florecita?-dijo como si nada abrazando al menor por la espalda-

Iba a decirle al mayor lo que ocurría, con las mejillas adorablemente sonrojadas, pero antes de que pudiera decir nada, el mayor ya estaba besando, logrando que su corazón se acelerara ante el impulsivo movimiento y que sus mejillas se pusieran muy rojas.- E-es el obi...- Intento explicarle, aún avergonzado - Podrias ajustarlo?- Pidio intentando actuar como si nada al igual que el mayor aunque sin demasiado éxito, solo lograba apenarse más y rememorar más el beso, llevandose incluso una mano a los labios para rozarlos con la yema de sus dedos.

-Bien lo ajustaré-dijo intentando contenerse pues el joven se le hacía más deseable por momentos. además el sonrojo del menor increcentaba su deseo. Ajustó el obi y cuando hirako estuvo con el kimono le acorraló contra una de las paredes del probador
- Con este kimono te ves sumamente deseable-dijo sobre los labios del otro mientras una de sus manos se posaba en la cintura y la deliniaba con cuidado.

-Pontelo para mí-dijo con voz seductora sin dejar de acariciar y acercando su rostro al del menor. Su lengu lamió despacio y con deleite los labios ajenos. a cada instante que pasaba su deseo incrementaba y se sentía incapaz de contenerse. Con una de sus manos tocó los hombros desnudos de Hiraki mientras su boca mordía ligeramente sus labios para que este los habríaera y que Ludwig pudiera colar su lengua dentro.

Ante las palabras de Ludwig, Hirako no tuvo más opción que asentir, sintiendo como le acariciaban las manos ajenas, como su lengua se paseaba por sus labios, haciéndole soltar un leve jadeo que le coloreo aún más las mejillas. El roce de sus manos en sus hombros desnudos le hizo temblar visiblemente y en cuanto le mordió los labios, un gemido de sorpresa se le escapó, haciéndole entrecerrar sus ojos, como si le diera paso libre al noble para continuar.- ahgm!...-

Con premura metió su lengua dentro de la boca del menor y degustó con ganas cada rincón de la boca de este. Con su manos soltó el obi para tener más acceso al cuerpo de Hirako.

Al sentir las manos del menor empujarle inmediatamente se apartó de él, ya que aunque era muy pasional nunca había sido de lo gusto forzar a nadie.
-mejor te pruebas otro porque no creo que pueda ayudarte con este-dijo un poco agitado por lo acontecido anteriormente

- S-si, creo que... tienes razón...- Murmuró, jadeando agitado y con más mejillas rojas ante la reciente agitación ocasionada por el impulsivo beso. No le había desagradado del todo, debía admitir que el mayor sabía besar muy bien y le había dejado sin palabras por un instante. Respiro profundo e intentó calmarse mientras se safaba de los brazos ajenos. - Me cambiare y luego buscaremos más kimonos...- Musitó, tratando de echarle del probador de manera disimulada

-no tardes mucho-dijo con una sonrisa intentando mostrarse alegre como siempre pero se sentía algo frustado por perder el control de la situación y no poder desahogar su excitación. Salió del probador y sesentó en el diván que había ocupado anteriormente.

Cuando el mayor salió del probador , Hirako se dejó caer al suelo por instantes, llevándose una mano a los labios, los cuales aún sentía cálidos. Era una sensación extraña y nueva para él. Aún sentía como si corazón latia, agitado, y no entendía el porqué. Se vistió con prisas, con sus ropas de bandido, y salió para encontrarse con Ludwig. Le sonrió tímidamente. - Vamos a buscar más kimonos - Le incitó, tomándole una mano con las suyas, delicadas, para llevarlo por la tienda.

Mientras esperaba a que Hirako se cambiase de ropa se tranquilizó un poco. Cuando el menor le tomó de la mano el noble se la acarició con ternura.
-la ropa que llevas en verdad no te hace justicia- Se dejó guiar por la tienda para ver más kimonos.

A Hirako se le colorearon las mejillas ante el halago del castaño, pero le respondió con una sonrisa tenue mientras revisaban la tienda. Finalmente escogieron varios kimonos, y en cuanto el menor estuvo satisfecho con ellos, se lo hizo saber al otro. - Creo que ya es suficiente. Voy a deberte más si sigo llevando cosas - Inquirió, en ligero tono de broma. No no necesitaba probarse los kimonos ya que eran de la misma talla de los anteriores. - Vamos a otra parte, vamos...- Le incitó, para que pagaran los kimonos y ya se fueran.[/color]