por la ciudad

hacía unos días que acababa de llegar a Tokio y Lugwid se encontraba algo aburrido, ya que aunque disponía de todo el dinero que necesitaba no tenía nadie a quien molestar, ya que su padre se negó rotundamente a que ninguno de sus criados le acompañara en su viaje. Sonrió al pensar que aunque estaba aburrido al menos no tenía a su padre venga decirle que tenía que casarse y ser reponsable y no se que historias más.

Se encontraba paseando por la ciudad en busca de algo interesante con lo que entretenerse. Las ropas que vestía eran elegantes, sofisticadas y caras, muy acordes a su rango. Llevava su largo pelo amarrado en una coleta baja.

Hirako corría por las calles, perseguido por un vendedor que le amenazaba con un cuchillo de carnicero para atraparlo. El chico no tenía dinero pero, no acostumbrado a pasar hambre había decidido tomar algo de un puesto y escurrirse sin pagar pero las cosas no habían salido tan bien.

Distraído, miró por encima del hombro para ver que tan cerca estaba de el su perseguidor, pero en ese momento tropezó con alguien. Al levantar la mirada desde el suelo se encontró con un galante chico de ojos claros. Le miró con miedo. Seguro lo delataría y le iría muy mal.

Observó discreto la escena que se le presentaba delante y levemente sonrió. Cuando el jovencito chocó con él le sujetó con suavidad del brazó. Se pensó que hacer durante un momento y luego muy decidido se acercó al carnicero.
-Perdone las molestias que le ha causado mi hermanito, realmente le tenemos muy malcriado-dijo de una forma muy creible para después lanzarle unas monedas que pagaban la deuda de Hirako con creces. Habiendo hecho eso comenczó a caminar arrastrando al más joven con él.
-Como te he salvado la vida divierteme con algo-dijo de forma alegre cuando se encontraban bastante lejos del carnicero.

Hirako se dejó hacer por el muchacho, que dijera lo que quisiera mientras le salvara. Asintió y se dejó llevar por el muchacho, safandose de sus brazos en cuanto estuvieron fuera de vista. - Oye, te agradezco el que me hayas ayudado y todo eso, pero no soy un payaso de circo que vino a divertirte, de acuerdo? - Inquirio. Se sacudió las manos de la ropa y sacó de entre sus ropas lo robado: una hogaza de pan con un poco de carne en medio. Le dio un mordisco, se limpió las moronas de la boca y volteó a mirar al chico. - Tu debes ser un conde o algo así, no? - Inquirio, mirándole.

A ludwig le pareció la actitud de aquel chico muy altiva sin embargo le agradó. Además de que era una belleza y no iba a dejar que se escapara así de fácil. sonrió un poco con prepotencia.
- No deberías tratar así a la persona que te ha salvado. Te he ayudado ¿no crees que es justo que me des algo a cambio?-dijo mirándole directamente a los ojos y reprochandole su actitud por llevarle la contraria -Sí. se nota bastante que soy de la nobleza ¿no?-dijo respondiendo a la pegunta formulada por Hirako

- ¿Crees que soy grosero? Espera a que te prometan con alguien que odias y veras lo que es maldad - Sentenció el chico con serenidad. Dio un par de mordiscos más a su alimento. No le importaba que no fuera suntuoso como en su antigua casa. Mientras pudiera ser libre, aquello no le importaba. Sostuvo la hogaza de pan con los dientes al momento de revisarse los bolsillos y al no encontrar nada, soltó un suspiro y negó con la cabeza. - No tengo nada que dar a cambio de lo que has hecho por mi - Admitió - Tal vez consiga algo si te sigo - Aceptó - Pero como te dije antes, no voy a ser tu circo personal o algo parecido... -Se apresuró a aclarar. Se notaba que el mayor era de los que estaban acostumbrados a hacer su voluntad.

-Grosero no es la palabra, yo diría impertinente-dijo riendose levemente-Vaya parce que conoces bastante bien la situación de las familias de la nobleza-dijo mirando como comía. Pensó que tenía una actitud un tanto descuidada para ser un raterillo de poco monta. Quizá se hubiera escapado de alguna casa pero eso a él le daba igual, había encontrado a alguien que le haría compañía.Sonrió de forma leve.-Puede que mi padre me presione con el matrimonio pero me dejará elegir a la persona con la que me casaré. Me adora demasiado para querer ganarse mi odio por algo como eso, además soy el heredero así que debe tratarme bien. Creo que ya se comopuedes resarcirme. Es algo con lo que ganamos los dos. Pues te daré casa y comida. Vas a ser mi fiel y adorable mayordomo-dijo acercando su rostro bastante cerca del de Hirako y deslizando su mano por su rostro en una leve caricia

- EH? - El menor se sonrojó ante la repentina cercanía y la caricia en su mejilla. ¿Como ese sujeto se atrevía a hablarle asi de cerca? Su corazon se aceleró inevitablemente, pero llevó sus manos a los hombros ajenos para intentar apartarle. - N-no soy cualquier vagabundo al que te puedes ganar con una simple sonrisa... - Exclamó el menor, tartamudeando - Además, yo no se limpiar ni cocinar ni nada de eso que hacen los mayordomos... - Refunfuño, mostrandole sus manos, que jamas habían trabajo en su vida y que, incluso, lucían muy delicadas para ser las de un vagabundo, pero no para ser las de un doncel.

Ludwig besó las manos del jovencito y le sonrió de forma muy galante
-No pretendo ganarte sino que pages el dinero que he invertido en ayudarte. Por limpiar y cocinar no tienes que preocuparte. Los trabajos que quiero que hagas son: levantarme, asearme, llevar mi agenda de quehaceres, llevar mis cosas, servirme el té, acompañarme a lo largo del día y ejercer algunas veces de conciencia moral. pero si no quieres eso quizá debería llevarte al lugar donde has sido malcriado y no obligado a trabajar en tu vida-sonrió con una sonrisa un tanto malvada y prepotente

- ¡No, eso no! - Exclamó el menor, sonrojandose muchisimo - ¡Pero si solo fueron unas monedas! - Reclamó - Pero esta bien, te pagaré... - Se resignó, soltando un suspiro - Y puedo hacer todo lo que dijiste, excepto llevar tus cosas y asearte - Sentenció - Primero, no soy mula. Y segundo, ¡No voy a verte desnudo! - Sentenció, poniendose aún más colorado que antes.

Acercó una de su mano a la cara del menos y le tomó de la barbilla para alzar su rostro -el sonrojo en tu rostro hace que te veas muy lindo-dijo y le dió un ligero beso en la nariz
- es verdad, en que estaría pensando, mirate no podrías llevar mi un bolso pequeñito. lo de cargar las cosas no. pero lo del baño ¿no crees que sería divetido bañarnos juntos?-lo último lo dijo medio en broma

Se avergonzó ante el beso en su nariz y se cubrió el rostro con las manos al separarse, sin embargo, su sonrojo alcanzo otro nivel cuando le sugirio lo de bañarse juntos. Se atrevió a alejarse unos cuantos pasos, pero se tropezó y se callo de senton. - Ehm... C-creo que paso...- Exclamo el muchacho, sonrojandose. No podía levantarse, así que estiró sus manos para que el mayor le ayudara a levantar.

Ante el sonrojo del otro rió sonoramente
-No sabía que aún quedase alguien virginal dentro de nuestra clase-dijo recordando a toda la supuesta gente pura que había conocido y cuantas de esas personas habían terminado en su cama. Cuando el menos se tropezó enseguida fue a ayudarle. Agarró los brazos que el jovencito le ofrecía y le levantó del suelo. - Tengo que comprarte ropa-dijo mirando con cierto asco las ropas que Hirako llevaba.

- Que tiene que sea virgen? - cuestionó, mirándolo con el ceño fruncido mientras se ponía en pie, ayudado por el mayor. Cuando habló de sus ropas las miró y luego suspiro mientras se las sacudia. - Bueno, tal vez tengas razón - Admitió - Pero eso ya es cosa tuya! - Exclamó - Así que eso no entrará entre las cosas que te debo - Sentenció.

Ludwig le sonrió de forma amable -pues que te hace una joyita porque no quedan virgenes, ni en la nobleza ni en pueblo llano.-suspiró honamente
-bueno será un regalo porque no puedo permitir que trabajes para mí con esas pintas.- le miró y sonrió de forma un poco picarona- si no me bañas tu a mí ¿te puedo bañar yo a tí?

- B-basta!!! - Tartamudeo, apenandose de nuevo ante el último comentario - Me obligaron a cuidar mi virtud, así que ahora no voy a darsela al primero que se presente -En ese momento recordó a su anterior prometido - Menos si es noble - Aseguro, algo resentido - Asi que es mejor que no hablemos más de ese tema - Suspiro. - Vallamos a comprar lo que quieres - Exclamo.

- Que mal pensado, yo sólo hablaba de bañarte, no pretendía nada más- le sonrió y puso cara de inocente-¿que pasó para que guardes ese resentimiento hacia los nobles? ¿ te intentaron forzar?-dijo cuando notó su tono de desagrado en el comentario referente a los nobles
-No te preocupes más, florecita, que mientras estes a mi cuidado no te la robará nadie hasta que conozcas a alguien que tu quieras que te la quite. Que soy un tanto libertino pero no seduzco a quien no quiere ser seducido.Vamos-dijo entrelazando la mano derecha del menor con la suya y se dispuso a caminar hasta un tienda de ropa cercana

-Digamos que es algo asi... - Aceptó cuando le preguntó sobre los nobles. No tenía porque decirle que su antiguo prometido era un cornudo y libertino. Demasiadas explicaciones. Permitió que entrelazara sus manos y le siguió a la tienda de ropa, pero a medio camino se dio cuenta de un detalle muy importante. Con su mano libre tiró de la manga ajena para llamar su atención. - Por cierto... ¿Como te llamas? - Quizo saber el menor - Yo soy Hirako - Se presentó - Para que ya no tengas que decirme florecita... - Murmuró desviando la mirada. No le dijo su apellido porque entonces reconocería que no era ningun vagabundo y que, por lo tanto, se había escapado de su casa.

Cuando el menos le tiró de la manga paró y enfocó su mirada en él atento a lo que le pudiera decir.
-Me llamo Ludwig Kakumei-acercó su rostro al menor y le dió un ligero beso en la mejilla- Tienes un bonito nombre pero creo que prefiero seguir llamandote florecita.-sonrió un poco con malicia y entró con Hirako a la tienda de ropa. Apareció la tendera para atenderlos pero Ludwid casi no la dejo hablar, ya que empezó a ordenar enseguida.
-Deseo unos kimonos con flores para mi acompañante-

-puedes probarte lo que quieras-dijo al ver que a Hirako le había llamado la atención la ropa de la tienda mientras se sentaba en un diván a esperar su encargo. Al poco rato apareció la joven tendera con los kimonos de flores. Ludwig se detuvo un rato a examinarlos.Excogió uno blanco con las flores boradadas en rosa y rojo y uno azul que tení flores blancas.
- Florecita pruebate estos dos- se dió cuenta de que la tendera pensaba que entre ellos había algo.
- No somos amantes-rió ligeramente y sonió de forma coqueta a la dama.

-Si es hermoso y lucirá bien en tí. creo que los colores claros son los que mejor podrían sentarte- Al meterse Hirako en el probados Ludwig entabló una conversación con la señorita pues no le gustaba permanecer solo ni callado mucho tiempo. Se escucharon algunas risas por parte de la joven debido a comentarios algo descarados del pelirrojo. Cuando Hirako salí del probador su atención se centró solo en el chico y en lo deseable que se veía. Se levantó con elegancia de su asiento y se diriguió hacia donde el muchacho.
-te ves sublime-dijo en el oido del otro y puso una mano en su cintura

-por mí no hay problema pruebate todo lo que quieras.Luego tendríamos que ir a comprar zapatos y adornos para tu cabello.-dijo volviendo a sentarse en el diván y retomando la conversación con la dependienta, que se mostró alegre al volver a obtener la atención del noble.